30 oct 2007


Marta no entendía lo que pasaba. Bajó la cabeza y una lágrima se deslizó de sus ojos hasta llegar a sus mejillas. No podía ser cierto, no entendía exactamente lo que sus oídos percibían, escuchaba un murmullo, la vista se le nublaba, pudo distinguir una voz que le decia:

-Marta, cariño... Estás bien?

Esa dulce voz, que cada mañana le despertaba, la que le recitaba esos versos de poesía infantil...

A medida que pasaban los minutos y los segundos iba perdiendo esa voz, cada vez distinguía menos lo que le decían, hasta que Marta se introdujo en un profundo sueño.



2 comentarios:

L. dijo...

¡Me gusta, me gusta! Falta trabajar matices, pero es un texto muy juanramoniano; ay cuán perfecta la sencillez.

Bicos escritora.

Natalia dijo...

Me gusta mucho el diseño de tu blog =) Sigue así!